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miércoles, 17 de julio de 2013

8. Los insultos son siempre injustificados (Coy Mathis)

Yo soy de ese tipo de personas con las que, creo, se puede debatir. Quizá nunca se llegue a un entendimiento conmigo, puedo decir que algo es blanco y otra persona que es negro, puedo tener razón yo o no y si reconozco la razón en el otro (o me convence) de que su negro es real con pruebas, puedo pasar a entender las cosas de otra manera y cambiar mi opinión o idea con respecto a determinada cosa (empezar a pensar que es negro y no blanco). También puede pasar que la otra persona te dé la razón en algunos aspectos y tú creas que en el otro pensamiento también hay parte de razón y juntos acabéis descubriendo y defendiendo un todo totalmente nuevo pero común, con un poco de cada: el gris. Si a pesar de los debates terminamos por no llegar a un entendimiento y siempre mediante el respeto mutuo, cada persona seguirá defendiendo su color.

Nunca se sabe, la mente nunca para de aprender y evolucionar y las experiencias cambian los puntos de vista. Aún así, siempre he creído que debatir no es insultar y que, una vez llegados a este punto, quien comienza a insultar acaba perdiendo tanto los papeles, como la razón. Lo mejor es que en la mayoría de los casos, los insultos llegan por dos razones. La primera factible es que eres un 'tontolava' (palabra suave para describir a todos los gilipollas que pululan por este mundo). La segunda, que te han dejado sin salida y, al no saber cómo defender ya tu postura porque parece no tener defensa alguna, recurres al insulto. No hay más.

Estos días he leído insultos (recordemos, hacia una niña de seis años) tales como: un hecho no normal (anormal, vamos), subnormal (ella, palabras textuales), con apetitos desordenados, compararla con un error, enfermo (sin base a nada coherente), ha salido rana, demente, con problemas mentales, loca, disfrazado (en masculino y de forma despectiva), feto (por la edad), ridículo (la situación)... He leído bastantes más, pero creo que hacen un buen resumen de lo que flota en la mente de determinadas personas.



En ocasiones me da por pensar que la gente es gilipollas, como bien he afirmado antes y simplemente deseo no encontrarme a este tipo de personas en mi vida. Otras veces me da por pensar que quizá algunos realmente no lo hagan desde la maldad, sino desde la ignorancia. ¿No podría ser eso? Si a una niña desde pequeña la inculcan que en Cataluña sólo vive gente muy mala, lo normal es que odie Cataluña. Y si nunca conoces a un catalán o vas y conoces ese lugar comprobando que, es verdad, hay gente muy mala pero también gente buena, seguirás pensando lo que te dijeron desde pequeña. Por simple ignorancia. Tus padres, tus hermanos, tus primos, ellos te dicen una cosa y son tu familia, lo más lógico es que confíes en ello y les creas. U otro ejemplo, si nunca has conocido a un chico homosexual, si nunca has hablado con él, si nunca te has movido por ese mundo, puedes no llegar a comprenderlo. Pero desde luego, para cualquier ejemplo en la vida (y hablo de cualquiera) has de tener una mente abierta. Yo muchas, pero muchas veces he escuchado discursos defendiendo determinadas ideologías para ver si conseguía algo, aprendía... Siempre hay que aprender, siempre tienes que tener la mente abierta, pero... Quizá nunca llegues a entenderlo, esa es otra cuestión y esa precisamente es la cuestión que hace que tengas una personalidad.

A mí me pasa por poner un ejemplo, con la tauromaquia. He ido a alguna corrida de toros (aunque a muy pocas y hace muchos años ya de eso); he leído sobre el tema; me lo han explicado taurino de muy, muy pero que muy primerísima mano (no os imagináis cuánto), hay personas cercanas que son muy taurinas, se dice que es cultura, que es un arte, una costumbre preciosa... Y a mí, a pesar de tener la mente abierta y escuchar todas las versiones, no me terminan de convencer. Creo que ese es el punto en el que sabes de verdad que tienes una opinión segura de algo, cuando escuchas las versiones contrarias y entiendes que no son como la tuya. Pueden seguir diciéndome que es un arte y yo mantendré que veo un asesinato. Volvamos al punto anterior, ¿cómo puedes defender una idea si no conoces la contraria aunque sea mínimamente? Por cabezonería, no encuentro otra razón. O por costumbres, que tienden a ser lo mismo, cabezonería porque las cosas fueron así siempre y así se quedarán.

Vamos, que te dicen que Dios pensó esto y tú no sales de ahí.



O simplemente dices que es un niño sin justificar ni razonar nada y los demás son (somos) los equivocados. Sin más. No se habla más, porque digo la última palabra y me voy, pero es lo que yo digo.



Y lo mejor, lo mejor de todo, lo dejo para el final.

En serio, si yo miro un pene y me echo a llorar (o a reír, quién sabe) no va a ser porque lo tuviese una niña precisamente, creo que me entendéis... xD



Desde mi blog os prometo que si entro a un baño público y me encuentro a alguien analizando el sonido del agua al caer mientras unos desconocidos hacen pis, lo que menos miedo me da es encontrarme a una pequeña con pene en el baño. Incluso la parte en la que mira por debajo de la puerta para verte los pies ya me tendría acojonada viva.



Con respecto a este razonamiento, he optado por dejaros una foto y ya juzgáis vosotros mismos... Pido a quien tenga algún antojo que vaya ahora mismo al médico más cercano a mirarse el transexualismo. xD

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